Perseguían a la bruja de Grijalva: campesinos de una comunidad
rural, históricamente próspera. Ella era un relámpago moviéndose
en las traicioneras pendientes del cañón. Confiada de haberlos
dejado atrás, prosiguió a recoger hierbas medicinales y a
introducirlas en su cantimplora de jícara.
Los campesinos
la querrían. Poseyendo rifles, machetes y perros de caza, se
movilizaron; atentos a pistas que los llevarían a ella.
—¡Viva
o muerta!—exaltó el jefe de la expedición; animando a la
muchedumbre enfurecida a corear sus exclamaciones.
Sensible
al entorno, la bruja supo que los campesinos se acercaban. Cientos de
mariposas monarcas volaron a las zonas altas del cañón, y los
zanates le daban avisos estridentes. Estoica, halló refugio detrás
de un antiguo árbol de cedro.
Hartos de sujetar sus
corpulentos perros: dispararon al aire y les dieron rienda suelta.
Embravecidos, los canes olfatearon a la bruja. Acercándose al árbol
de cedro, ladraron sin control. Cuando los campesinos rodearon el
árbol, no había nadie. Segundos antes, la bruja de Grijalva le rezó
a sus deidades, en su lengua materna: el tzotzil.
Atemorizados,
encadenaron denuevo a sus perros de caza. Surgiendo la noche, del
cañón emanaba un frío mortuorio que les ponía la piel de
gallina.
Descontento, uno de los campesinos se alejó del
grupo. Subiendo el cañón, divisó una lechuza, levantó su rifle,
reguló la mirada telescópica y con disparo certero la mató. La
fiel mensajera del inframundo y las brujas, colgaba boca abajo, de
las ramas del árbol donde observaba todo.
Nada mejoró en
la comunidad. Creían que Dios los había abandonado por no haber
atrapado a la bruja. Roedores e insectos se multiplicaron; diezmando
cosechas que no eran propias del  suelo fértil de una comunidad
agraria opulenta.
Cada vez que incursionaban al cañón, asesinaban lechuzas, maldiciendo a la desaparecida bruja.
Gradualmente, la comunidad fue casi abandonada. Los campesinos que
quedaron reconocieron que estaban malditos y que Dios no les haría
favores. Volcaron su fé en Satanás, y le encomendaron prosperidad,
a cambio del hígado de mujeres vírgenes y el corazón de recién
nacidos. 
Publicado originalmente en octubre de 2022 
© 2022, G.D. Romill

 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario